viernes, 19 de octubre de 2007

La Mochila


Durante la marcha se exige al cuerpo la ejecución simultánea de varias funciones, como son el movimiento de brazos y piernas, balanceo de los hombros y del tronco, rotación de las caderas, etc. Por este motivo, para un óptimo transporte, la mochila debe adaptarse a nuestra morfología y a la utilización que vayamos a darle.

El desarrollo de una mochila eficaz, exige profundos conocimientos de los principios de biomecánica y ergonomía, así como intensas pruebas sobre el terreno para comprobar el resultado.

El sistema de porteo ideal requiere repartir bien la carga y evitar la presión de ésta sobre nervios, vasos sanguíneos, músculos y huesos. De este modo obtenemos comodidad y al limitar el movimiento de la carga, mejoramos nuestra estabilidad y aprovechamiento de la energía.

Existen diversos materiales que se utilizan para la confección de una mochila, aunque el más utilizado, debido a su ligereza y resistencia a la abrasión, es la Cordura. El Kevlar es mucho más resistente, pero al ser mucho más caro se utiliza en muy poca proporción.

Los bolsillos laterales aumentan la capacidad de carga, aunque, por contra, desestabilizan la marcha y dificultan el paso por lugares estrechos. Algunos modelos disponen de bolsillos accesorios que pueden adaptarse a las cintas porta-esquís.

CLASIFICACIÓN

Dependiendo del uso que le demos a la mochila, podremos clasificarlas en distintos grupos:

Mochilas de gran carga: salidas de para campamentos, Capacidad de 70 a 110 L

Mochilas de excursión: salidas de un fin de semana. Capacidad de 45 a 70 L.

Mochilas de ataque: son para una jornada. Capacidad de 30 a 45 L

Mochilas de escalada: Pequeñas y muy técnicas. De 15 a 30 L

Mochilas Lady: Aunque cualquier mochila puede resultar satisfactoria para una mujer, las de este grupo están adaptadas explícitamente a las morfologías femeninas. Espaldas más cortas, caderas más anchas y pecho más expuestos son las principales diferencias en relación a anatomías masculinas.

Mochilas estancas: Un grupo de mochilas de reciente aparición. Son totalmente estancas al agua y sumergibles, disponiendo a la vez de las mejores regulaciones. Ideadas para descenso de barrancos, rafting, travesías en nieve o con mucha lluvia, etc.

Denier

Es la unidad utilizada para indicar la finura de los hilos de un tejido. Expresa el peso en gramos de 9000 m de hilo o fibra. A modo de ejemplo, 500D significaría 500 Deniers.

Como norma general, un denier pequeño será agradable al tacto y poco resistente (la seda tiene 2 deniers), lo contrario de un denier grande, que será más resistente y más rugoso al tacto.

La resistencia también se incrementa al disminuir la distancia entre hilos en el tejido. Por eso, un saco de patatas tiene un Denier muy alto, siendo poco resistente a consecuencia de la gran distancia entre hilos. En cambio, determinados tejidos confeccionados con seda pueden llegar a ser muy resistentes gracias al tramado compresivo entre hilos.

Por tanto, un buen tejido con alto denier y una distancia entre hilos muy pequeña será muy resistente y a la vez habrá disminuido la rigurosidad al tacto.

VOLUMEN

La capacidad de carga de una mochila (volumen) se calcula en Litros. También hay que tener en cuenta que los bolsillos añaden volumen a la mochila.

PARTES DE UNA MOCHILA

1. Ajuste de la altura de la tapa. Incorporado en algunos modelos, es otra forma de adaptar las distintas solicitudes de carga a la que sometamos la mochila.

2. Asa de izado. Con ella manejaremos más fácilmente la mochila cuando no la tengamos cargada sobre nuestras espaldas.

3. Tirantes superiores de los hombros o estabilizadores. Permiten adaptar la forma de la mochila a la espada del usuario en función del peso de la carga.

4. Hombreras anatómicas. Se adaptarán a la forma espalda-hombro-tórax, reduciendo el apoyo indirecto de las hombreras sobre el cuello. Los modelos diseñados para mujeres

están pensados para liberar la carga de encima de los pechos. Mejoran cuando son anchas y acolchadas.

5. Espalda acolchada. Primordial cuando se transporta mucho peso o cargas con aristas que puedan clavarse en la espalda.

6. Ajuste pectoral. Mantiene las hombreras en su lugar correspondiente, mejorando la estabilidad general.

7. Tensores de hombreras. Ajustan las hombreras desde su base a distintas capacidades torácicas.

8. Cinturón acolchado y anatómico. Reduce la presión ejercida sobre las caderas por el peso de la mochila a través del cinturón.

9. Ajuste de cintura. Este cinturón evitará que la mochila salte al andar.

10. Ceñidores de balanceo del cinturón. Reducen el balanceo lateral, sobretodo cuando la mochila es alta.

11. Acolchado lumbar. Mejora la comodidad del lugar donde va a recaer el mayor peso del conjunto.

12. Cuelgadedos. Al colgar el dedo pulgar de ellos mantendremos las manos a la altura del corazón y evitaremos que se hinchen con motivo de llevarlas bajas.

13. Ajuste de altura. Adapta la mochila a las distintas alturas de las espaldas de los usuarios.

14. Cintas de compresión y porta-esquís. Las mismas cintas realizan ambas funciones. Si la mochila viaja medio vacía pueden tensarse y evitar así movimiento de la carga y el consiguiente balanceo.

15. Cruceta anatómica. El inicio de las hombreras está diseñado para repartir la carga directamente al centro de las clavículas, liberando el cuello y apoyando entre los omóplatos.

16. Bolsillo en la tapa. Para tener a mano los pequeños accesorios que utilizaremos continuamente.

17. Porta material. Permitirán cargar material en el exterior de la mochila de una forma segura (aislante, crampontes, etc.).

CÓMO AJUSTAR LA MOCHILA AL CUERPO

Una vez cargada a la espalda, la cruz formada por el inicio de las hombreras debe coincidir entre los omóplatos de la espalda (fig.1). En los modelos que no dispongan de estabilizadores, esta zona podrá quedar un poco más elevada, dependiendo de la morfología de cada usuario.

Cerraremos el cinturón (fig.2). Su posición corresponderá con la parte superior de la pelvis. Tensaremos de forma que exista contacto por todo el contorno de la cintura.

Tensaremos los ajustes laterales del cinturón (fig.3), hasta que no exista balanceo de los bajos de la mochila.

Tensaremos las hombreras (fig.4) hasta notar que existe contacto en toda la zona del pecho, hombros y preferiblemente también el inicio de la espalda.

Tensaremos los tirantes superiores de las hombreras (estabilizadores), de manera que se anule el balanceo de la parte alta de la mochila y teniendo la precaución de que no moleste al giro de la cabeza (fig.5). Para mejorar la inmovilización de la carga resulta muy útil la cinta de pecho.

CONSEJOS

A causa de las costuras, es imposible que una mochila tradicional sea completamente estanca. La utilización de bolsas interiores estancas o el empleo de una funda exterior impermeable (cubre-mochilas), garantizará mantener su contenido seco.

Distribuir el material en bolsas de plástico de distintos colores, mejora la disposición en el interior de la mochila y facilita una rápida localización.

Impermeabilizar la mochila periódicamente ayudará a su conservación, evitando la penetración de la humedad.

En determinadas ocasiones (en caso de alud o caída al agua), sistemas que te permitan desembarazarte rápidamente de la mochila, pueden ser de gran utilidad.

Las varillas metálicas extraíbles que tienen en sus espaldas algunos modelos de mochilas pueden ser utilizadas para una emergencia para improvisar una tablilla inmovilizadora en caso de romperse el hueso de una extremidad


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